De exploración...
- Creo que nos hemos perdido- dijo Ciro a su acompañante, tenía los ojos bien abiertos y dudaba del volumen con el que debía dirigirse a Mintia, pues era un lugar muy hostil.
- Echemos un vistazo- le contestó con el ímpetu de quien descubre un nuevo mundo.
Se adentraron en las profundidades de la cueva, lleno de estalagmitas con sus estalactitas, con una oscuridad muy intensa y ruidos que parecían muy lejanos pero que poco a poco se iban acercando.
- Si nos quedamos aquí va a pasar algo malo, volvamos a la entrada y escapemos de este lugar, me produce escalofríos- Ciro como siempre que iban de expedición, estaba temblando de los pies a la cabeza, solo le faltaba ponerse a sudar como de costumbre.
- Solo quiero llegar al fondo, déjame al menos una vez llegar donde nunca nos hemos atrevido a ir por tu culpa.
Dicho esto, Ciro no tuvo más remedio que aceptar su derrota, cuando Mintia se pone así, no hay más remedio que seguirla. Al menos esta vez, no sería el primero en morir, porque siempre le obligaba a ir el primero por si aparecía algún monstruo, esta vez la curiosidad pudo con Mintia y le dio valor para ponerse delante.
- Mira!! Un teroso!! Delante de ellos, encontraron un baúl cerrado.
- Empujemos la tapa a ver si se abre, ayúdame.- después de hacer fuerza un rato, la tapa al fin cedió.
- ¿ropa? Y encima de mayores
¿Cómo puede ser que salgamos a explorar otros planetas y que dentro de una cueva misteriosa encontremos ropa de mayores?- dijo Mintia acalorada de encontrarse con esa triste realidad.
- Quizás sea porque estamos en
- ¡Calla!- Interrumpió repentinamente a Ciro que estaba a punto de decir algo que no debía
- Escucha, se oyen ruidos, escondámonos.
Era cierto, cuando los dos estuvieron bien escondidos entre la ropa del baúl, se decidieron a sacar los ojitos y observar que monstruo horripilante se acercaba.
De repente, una figura monstruosa apareció por la entrada de la cueva, parecía un tigre gigante, fuerte y rápido como el viento, sus ojos oscuros y amenazadores buscaban su presa.
- Shhh, no te muevas ni un centímetro, a no ser que quieras servir de alimento a la bestia.
- Pero Mintia, estamos atrapados, no podemos escapar si sigue en la entrada.
- Esperemos a ver que pasa, estoy seguro de que no se dará cuenta.
Mientras decía eso, los ojos del monstruo se fijaron en el baúl, con un gruñido aterrador se dirigió corriendo hacia ellos, su cuerpo aumentaba de tamaño a medida que se acercaba y ellos no sabían que hacer.
- Corramos!!- dijo Ciro que hacía rato que tenía pánico, saliendo del baúl, sus pies se enredaron con la ropa y no pudo levantarse del suelo. No!! Ayuda!!- le dijo a Mintia.
- Lo siento, servirás de alimento mientras yo me escapo, cuando vuelva a la tierra diré que fuiste muy valiente al ofrecerte para una muerte digna a cambio de dejar vivir a una mujer tan importante para el mundo como yo. Adiós amigo, nunca te olvidaré.
Mintia salió corriendo mientras la bestia se acercaba rápidamente, solo le quedó tiempo para mirarle a los ojos y ver como abría la mandíbula, tenía unos dientes enormes y una lengua que podría limpiar el suelo de la cocina de su mamá, de tres lenguetazos.
Nooooo!!! Socorro!!! Aaaarrgggg!!! Para!! No me comas!!! Aaajajaajaja!!!! Para!!! No quiero morir jajajajajja!!!
- ¿porqué tienes que reírte siempre al final, justo cuando has de morir?
- Lo siento, jajajaja, es que Bruto tiene la lengua muy grande y me hace cosquillas.
- En fin, dejémoslo para mañana, a ver si conseguimos alcanzar el fondo con la luz apagada.
Dicho esto, la cueva se iluminó y dio paso a la realidad. Volviendo a colocar las cosas en su sitio, cogiendo a Brutus, el perro de Ciro, salieron los tres juntos del armario. Era la hora de la merienda, quizás aun quedaba algún bollo de su abuela, de esos tan ricos rellenos de crema.
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